Sanofi apuesta fuerte a la transformación digital: gracias a la integración masiva de inteligencia artificial (IA) en su cadena de innovación, la compañía está logrando reducir drásticamente los tiempos necesarios para llevar nuevos medicamentos desde el laboratorio hasta el paciente, acelerando el ritmo de la I+D y marcando un hito en la industria biofarmacéutica global.

La empresa instaló desde 2022 un plan ambicioso para convertirse en la primera biofarmacéutica “impulsada por IA a gran escala”. Su estrategia incluye la creación de plataformas internas —entre ellas un “Digital Accelerator” y un centro especializado en Barcelona— para desplegar tecnologías de machine learning, modelos predictivos, analítica avanzada y soluciones digitales en todas las etapas del desarrollo de medicamentos.

Gracias a estas herramientas, Sanofi reporta que puede reducir hasta un 50% el tiempo promedio que medía entre el descubrimiento de una nueva molécula y su llegada al paciente. Además, la tasa de éxito en fases tempranas de desarrollo mejora: menos ensayos fallidos, menos desperdicio de recursos, y mayor precisión al predecir comportamiento terapéutico.

La IA no solo revoluciona la parte científica. También permite optimizar la producción, la logística y la distribución de fármacos. Con gemelos digitales, algoritmos de predicción y automatización, Sanofi busca prever interrupciones en la cadena de suministro, ajustar procesos de manufactura, mejorar rendimiento en lotes y garantizar disponibilidad global de los tratamientos.

Esta convergencia entre biotecnología e inteligencia artificial —que en pocos años podría acortar ciclos de I+D de más de una década a tan solo unos años— representa un cambio de paradigma. Si el modelo se consolida, no solo aumentará la velocidad de acceso a nuevas terapias, sino que transformará la estructura misma de la industria farmacéutica: más ágil, más precisa, más eficiente, y más centrada en satisfacer necesidades reales de salud.

Para el sector biofarmacéutico global (y también para quienes trabajan en Argentina y Latinoamérica), el mensaje es claro: adaptarse a la IA ya no es opcional. Quienes lo hagan, podrían liderar la próxima generación de tratamientos. Los que no se arriesgan, quedarán relegados.

Fuente: Expansión.